Los guardias civiles comprobaron una foto que tenían de Vicky y
llegaron a la conclusión de que era la misma persona. La hicieron bajarse del
metro y en la misma estación le hicieron una especie de interrogatorio. Los
guardias le explicaron que sus padres estaban muy preocupados pensando que la
habían secuestrado. Vicky rompió a llorar y como si los guardias civiles
hubieran sido sus amigos les abrió su corazón y les explico que hoy era su
boda, que no quería casarse y necesitaba huir. Los guardias fueron comprensivos
pero la dijeron que ellos estaban trabajando y debían avisar a sus padres de
que no se trataba de un secuestro sino de una huida. Ella les rogó que no lo
hicieran porque de ser así no podría escapar. Además les dijo que era ya
bastante mayorcita como para tener que seguir acatando ordenes de sus padres.
Tras un buen rato discutiendo uno de los guardias le puso la mano en el hombro
a Vicky, le sonrió y dijo que se inventarían una coartada para así hacer saber
a sus padres que Vicky estaba bien. El otro guardia también sonrió y le pidió
que subiera en el próximo tren y que ellos harían todo lo posible para que nadie
más la estorbara. Vicky no se lo podía creer, le dio un beso a cada uno de los
guardias y subió rápidamente en el nuevo tren del metro que acababa de llegar a
la estación.
Eran las 13:15, a esas horas Vicky debía estar de camino al
banquete con su reciente marido pero en lugar de eso estaba en el metro huyendo
hacía una vida mejor. Estaba nerviosa por todo lo que había ocurrido pero tenía
la certeza de los guardias que la prometieron no delatarla. Justo sonó por la
megafonía del metro la que sería la próxima estación: el aeropuerto. Vicky se
apresuró a bajarse y justo cuando se abría la puerta puedo ver en la estación a
unas personas muy bien vestidas que le resultaban familiares y entonces recordó
algo que le había dicho su madre la tarde anterior: su madre le dijo que
vendrían a la boda unos tíos suyos de París pero que llegarían tarde debido a
que su vuelo se había retrasado.
Eran ellos, no había duda, a Vicky la extrañaba que siendo
personas tan adineradas cogieran el metro pero el recuerdo que tenía ella de
sus caras coincidía y además la hora en la que llegarían también coincidía. Aun
así no podía volver atrás y se cubrió con el abrigo como había hecho la noche
anterior y salió del vagón. Cuando se quitó el abrigo no veía ya a sus tíos
pero de repente notó que alguien le dio un golpecito en la espalda. Era uno de
sus tíos.
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